Al mismo tiempo en que el obispo Fernando Lugo visitaba en Washington a George W. Bush, probablemente para agradecer el respaldo de James Cason, USAID, el NED y la IAF a su candidatura, la noticia de un encuentro entre Pinochet y McCain en 1985 conmocionó a América Latina.
Documentos desclasificados recientemente en Washington, certifican que el aspirante repu-blicano a la presidencia de los Estados Unidos, John McCain , sostuvo un encuentro en diciembre de 1985 con el dictador chileno Augusto Pinochet, cita que calificó de amistosa y cálida. Casi al mismo tiempo, en Paraguay aparecían más vestigios de la transnacional del terror que Estados Unidos inspiró y sufragó durante la guerra fría en Latinoamérica, el Plan Cóndor.
Con un pasado semejante no causa sorpresa que el candidato a ocupar el sillón presidencial en Washington haya siga con un discurso tan anticuado contra Cuba, que parece hacernos retroceder a través de un túnel del tiempo casi medio siglo atrás.
A tono con ello el ex piloto de guerra, partícipe del genocidio perpetrado por Estados Uni-dos en Viet Nam durante la agresión imperial a Indochina, tuvo a bien reunirse con inte-grantes de la cúpula batistiana de Miami, como parte de su campaña proselitista que no olvida considerar el decisivo fraude perpetrado en ese feudo a favor de George W. Bush.
QUIENES ESTÁN DETRÁS DE McCAIN
McCain, además del célebre núcleo anti-castrista de Miami, tiene el apoyo de ex-cancilleres como Kissinger y Haig, entre otros veteranos de la Guerra Fría, algo que hubiera sido una gran cosa treinta años atrás.
Hoy los documentos desclasificados ya han permitido prontuariar a esta gente, y se conoce que entre 1969 y 1977, primero como Asesor de Seguridad Nacional y luego como Canci-ller, Kissinger instigó y supervisó brutales matanzas por todo el orbe. En Camboya, este hombre ordenó el bombardeo “de cualquier cosa que se mueva”. En Vietnam, siguió con una guerra que mató a cerca de 3 millones de seres humanos. En Indonesia, facilitó finan-ciamiento al dictador Suharto y la masacre de 2 millones de opositores. En Chile, apoyó el golpe de Estado de Pinochet. Y en el resto de América patrocinó las desapariciones del Plan Cóndor. Es que como lo dijo alguna vez Haig, la guerra fría era una lucha donde con false-dades se defendían intereses verdaderos.
McCain también cuenta, obviamente, con el respaldo de reconocidos filántropos e ilumina-dos como Cheney, Wolfowitz, Perle y Rove, lo cual hubiera sido importante antes de que estos hombres dilapidasen lo que podían tener de prestigio al lado de George W. Bush.
Hoy todos estos héroes son conocidos por haber batido todos los récords de terrorismo autorizado (1).
LOS SOCIOS LATINOS DE JOHN McCAIN
Pero no sólo los halcones de la vieja guardia republicana están decayendo en prestigio, también algunos de los socios latinos de John McCain. El ex dictador Jorge Rafael Videla hace unos días en la celda de una cárcel común, luego de que la Justicia argentina le quitara el jueves el privilegio de la prisión domiciliaría del que disfrutaba desde hace una década.
El sostenido decrecimiento de la popularidad de estos personajes, sin embargo, no se acompaña por una caída en su influencia y poderío económico. En Chile, familiares y adic-tos al dictador Pinochet siguen controlando gran parte de la prensa y la economia del país, al igual que en Paraguay lo hacen los parientes y partidarios del dictador Alfredo Stroessner.
En Paraguay la cosa va más lejos, dado que personajes salpidos por algunos “pecados de juventud” como haber operado en el Plan Cóndor, hoy son influyentes integrantes del en-torno del supuesto gobierno izquierdista obispo católico Fernando Lugo. Lo cierto y con-creto es que el obispo ganó las elecciones del 20 de abril con el decisivo apoyo de la secta Moon, la embajada norteamericana dirigida por James Cason, y con dinero de financistas de la CIA, y que tras asumir el poder aceptó la tutela de Álvaro Uribe en materia de represión y guerra sucia, a instancias de la embajadora Liliana Ayalde, ex jefa de USAID en Colombia.
Mientras el obispo disfruta por estas fechas de conocer cara a cara a Felipe Calderón, el único presidente de la historia cuyo fraude fue filmado, editado como documental y pre-miado en festivales de cine de todo el mundo, la represión en Paraguay recrudece de la ma-no de los sojeros y los medios de comunicación, en manos de empresarios enriquecidos con la dictadura anticomunista. Algunos de ellos tienen una inocultable influencia en el gobier-no clero-fascista del obispo, como el ex organizador y animador de los cumpleaños del dic-tador Stroessner, Humberto Rubín, o el ex publicista de Videla y Pinochet, Aldo Zucolillo, o el operador del Plan Cóndor Conrado Pappalardo.
No es difícil imaginar lo mucho que, de producirse un triunfo republicano, subirán las ac-ciones en la bolsa de estos socios latinos de John McCain.
NOTA:
(1)La ambigüedad que hoy se conoce en los tratos secretos entre McCain y Pinochet no e una novedad, mien-tras Reagan declaraba a favor de la democratización en Paraguay y Chile, Stroessner recibía discretas visitas de Vernon Walters.
Durante la lucha por la independencia de Angola en 1975, Mobutu enfrentó a las fuerzas nacionalistas del MPLA enviando tropas al norte de Angola. Simultáneamente, las tropas racistas de la Sudáfrica del Apartheid invadieron desde el sur. Los invasores fracasaron en su intento por tomar la capital, Luanda. Sin embargo, durante los siguientes 20 años, la CIA utilizó las bases militares del ejército de Zaire para apoyar a uno de sus clientes, Jonas Savimbi de la facción rebelde de UNITA. La CIA acogió a Savimbi tan cálidamente, y sin mayor consideración, como lo hizo con Ben Laden. Ambos eran anti-comunistas al servicio de Washington y ambos terminaron siendo terroristas.
George Bush padre, como director de la CIA durante la década de 1970 y luego como vicepresidente, tenía conocimiento del lujo y de la gran irresponsabilidad en la que vivía Mobutu, quien incluso había visitado Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan, en 1981. En aquella gira, Mobutu y sus amigos visitaron Disneyworld en Florida y luego New York, donde ocuparon totalmente el piso 35 del Waldorf Asto-ria. Por la misma época los mujhaidín de Ben Laden fueron recibidos como héroes en la Casa Blanca, donde Reagan los puso a la altura de Jefferson, Washington y Franklin al afirmar que eran los equivalentes morales a los padres fundadores de la nación estadounidense.
En distintos puntos de su geografía Estados Unidos ofreció cordial asilo a reconocidos terroristas como Ar-mando Fernandez Larios, terrorista involucrado en el atentado terrorista con bomba en Washington que costó la vida a Orlando Letelier y en el que participó el cuñado de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo, quien resi-dió plácidamente en Kendall, al sur de Miami. También en Florida fueron cobijados el responsable de una masacre en la embajada de España en Guatemala, Donaldo Alvarez Ruiz, el ex jefe de la policía política de Honduras, Juan López Grijalva, el ex ministro de defensa de El Salvador José Guillermo García y Carlos Vides Casanova. En California disfruta de las playas y el sol Alvaro Saravia Marino, organizador del asesina-to del arzobispo Arnulfo Romero en El Salvador. Enmanuel Toto Constant, que tiene en su haber tres mil ejecuciones en Haití, reside en Palm Beach.
En cuanto a las hazañas de estos pupilos del imperio, sólo si consideramos los 4 meses contenidos entre el 6 de abril de 1976 y el 18 de agosto del mismo año, se puede mencionar que en ese lapso de tiempo fueron atacadas por lanchas piratas dos barcos pesqueros cubanos (muriendo un pescador en uno de los incidentes), una bomba estalló en la embajada de Cuba en Portugal ocasionando la muerte a dos diplomáticos, la misión de Cuba en la ONU sufrió un atentado explosivo el 5 de junio, estalló una bomba en el vagó que cargaba los equipajes del vuelo de Cubana de Aviación en el aeropuerto de Kingston el 9 de julio, otro artefacto fue deto-nado en las oficinas de la British West Indies en Barbados, fue asesinado un técnico de pesca durante el inten-to de secuestro del cónsul cubano en la ciudad mexicana de Mérida el 24 de julio, en agosto desaparecieron dos funcionarios de la embajada cubana en Argentina y explotó una bomba en las oficinas de Cubana de avia-ción en Panamá. Nunca fueron castigados los responsables de estos atentados porque los terroristas se inspi-raban y eran sufragados por las políticas de Washington.
Pocas semanas más tarde, el 6 de octubre de 1976 estalló con todos sus tripulantes y pasajeros a corta distan-cia de Barbados, muriendo en el siniestro 73 personas. Uno de sus responsables, Posada Carriles, fue liberado hace poco por “razones humanitarias”, siguiendo impune y bajo la protección de George W. Bush. Otro de los implicados, Orlando Bosch, fue liberado por expresas ordenes de George Bush padre, hace más de una década, para volver a las andanzas.