La fuerte presencia norteamericana en todos estos países es criticada por quienes conocen sus derivaciones en la historia latinoamericana: golpes de estado, dictadores sanguinarios, escuadrones de la muerte, detenidos-desaparecidos, muertes, tortura y represión.
El clérigo-presidente electo de Paraguay, Fernando Lugo, visita en esta semana al líder de la revolución bolivariana Hugo Chávez, al que en innumerables declaraciones durante su campaña electoral se vio obligado a rechazar conminado por la prensa que lo apoyaba, especialmente el diario maccartista ABC color, dirigido por un jerarca de la SIP al servicio de la embajada norteamericana de Asunción, que cotidianamente sataniza al líder bolivariano
El obispo no perdió la oportunidad para sumarse a la retórica grandilocuente de Chávez afirmando que una suave brisa de libertad y soberanía recorre a Sudamérica y llamando a los países de la región a trabajar por la construcción de una patria grande sin fronteras. También dijo que en la región hay hoy, más que nunca, como esta brisa suave que sentimos en Caracas, una brisa suave de libertad, de independencia, de soberanía en nuestros pueblos. El mandatario electo paraguayo hizo sus declaraciones tras ser declarado visitante ilustre de Caracas y recibir las llaves de la capital, que le entregó el alcalde del municipio Libertador, Freddy Bernal.
Pocas horas antes el ex vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, había denunciado una vez más que los Estados Unidos estaba construyendo una base militar en Colombia, a cerca la frontera con Venezuela, cuyo objetivo es reeemplazar la base militar de Manta. En el mismo orden de cosas, los EE.UU. anunciaron la reactivación, a partir del 1º de julio, de la Cuarta Flota con base en Mayport, Florida, para patrullar los mares latinoamericanos. El propio Pentágono apunta como tarea de la flota ser un "mensaje" a Venezuela y al resto de la región, además del consabido combate al terrorismo y las actividades ilícitas.
Las Fuerzas Armadas del Perú, que han concedido al imperio una base naval en Iquitos situada en el norte del país en la estratégica región de la amazonia peruana y que cuenta con equipamiento fluvial como lanchas de combate, también permiten otras bases en Santa Lucía ysobre el río Nanaí. En Perú también han permitido las operaciones militares norteamericanas en su territorio desde el cuartel Los Cabitos, de Ayacucho, que fue el centro desde el cual se dirigió la guerra antisubversiva en los ochenta y noventa y que se convirtió en escenario de detenciones ilegales, torturas y ejecuciones extrajudiciales durante los años de auge de la guerrilla. Recientes investigaciones han revelado la existencia de fosas comunes dentro del predio militar, con centenares de cuerpos de las víctimas de la guerra sucia.
En Ecuador opera la base militar estadounidense de Manta, con una inversión de mas de 40 millones de dólares, desde donde se realizan operativos conjuntos entre militares ecuatorianos y norteamericanos, supuestamente contra el narcotráfico. En Colombia operan las bases de Larendia y Tres Esquinas, esta última situada en el sur del país, que cuenta con material bélico de última generación, principalmente tecnología de seguimiento satelital; es sede fija de aviones tipo C-27 y Orión P3, con equipos de radar de última generación cuyo costo ronda los 70 millones de dólares. Colombia admite que existen unos 300 militares norteamericanos operando en su territorio, aunque se sospecha que son muchos más.
En Argentina, además de poseer una base en Malvinas, Estados Unidos posee una división antinarcóticos en la capital de la provincia de Salta. También se conocen emplazamientos en las islas del delta del río Paraná, y en la capital de la provincia de Córdoba la empresa constructora de aviones de guerra Lockheed tiene una oficina con personal militar norteamericano en su instalación de montaje.
A estas bases se suman la base aérea de Soto de Cano, que Estados Unidos mantiene en Honduras y que es clave en los entrenamientos y las incursiones desde Centroamérica sobre las zonas de conflicto. También cuentan con la base aérea de Palmerota, que alberga a mas de 400 efectivos norteamericanos desde principios de la década de los 80.
En Costa Rica el imperio tiene instalaciones en la base de Liberia, cercana a la frontera con Nicaragua, está situada en la ciudad del mismo nombre, y en Salvador posee instalaciones militares en Comalapa. Se añaden a estas las bases de las Antillas holandesas en Araba, conocida como Reina Beatriz, y en Curazao, de nombre Hato.
En Puerto Rico es bien conocida la conflictiva base en la Isla de Vieques, situada a 6 millas de Puerto Rico, que es utilizada desde hace mas de 6 décadas como base naval para la marina de Estados Unidos y como lugar de entrenamiento de tiro para sus lanchas y barcos, así como bombardeos aéreos con proyectiles convencionales e incluso de uranio empobrecido que en varias oportunidades han causado muertes de pobladores civiles. En Cuba el imperio sostiene la ignominiosa Base de Guantánamo, donde actualmente están recluidos los prisioneros de la campaña contra el terrorismo en Irak y Afganistán.
En Paraguay, donde la victoria del obispo Fernando Lugo -cuyos movimientos fueron en su mayoría financiados por la IAF, NED y USAID- ha sido saludada hace poco como “un nuevo triunfo de la izquierda”, es normal que el Congreso autorice el ingreso de militares norteamericanos para realizar actividades poco claras en el norte del país. El embajador norteamericano es considerado en Paraguay como el verdadero hombre fuerte de la comarca, en la misma embajada norteamericana de Asunción existe una dotación de marines, y casi toda la prensa recibe fuertes subsidios de los organismos de coacción imperialista manejados por el imperio, que incluso han infiltrado varias oficinas del estado a través de un denominado “Plan Umbral”.
La fuerte presencia norteamericana en todos estos países es criticada por quienes conocen sus derivaciones en la historia latinoamericana: golpes de estado, dictadores sanguinarios, escuadrones de la muerte, detenidos-desaparecidos, muertes, tortura y represión. Estos episodios son cada vez más conocidos, aunque la mayoría de los “grandes líderes” de la región se llenen en sus discursos la boca con la palabra “soberanía”, recurrente vocablo más relacionado en esta parte del mundo con la ficción que con la realidad. LAW
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